Viridiana es una artista mexicana, nacida en Brownsville, Texas, con épocas de su vida viviendo en Monterrey y desde hace unos años radicando en Mérida. Es arquitecta de profesión y artista nata desde pequeña. Siempre soñó con pintar, hasta que lo cumplió profesionalmente en esta ciudad gracias a la motivación e inquietud que tuvo en las clases de pintura con Sandra Nikolai, que la han puesto en la mira local e internacional con exposiciones en Mérida, Brownsville y Milán.

 

D: Viri, platícame sobre ti. Sé que eres arquitecta, pero ¿desde pequeña tuviste contacto con el arte?

V: Durante mi infancia estuve muy relacionada con muchas formas de expresión de arte. Desde pequeña tomé clases de todo tipo de baile: ballet, tap, jazz, folklórico y flamenco. También desde pequeña me gustaba mucho dibujar, le pedía a mi mamá que me llevara a clases de pintura, pero en Brownsville no había. Un día, un arquitecto me vio dibujar a los 8 ó 9 años y me dijo: “¡Oye qué bien lo haces!, yo hacía eso de niño y me llevó a ser buen arquitecto”, realmente él fue la primera persona que me abrió los ojos para elegir esta profesión. Desde que empecé a estudiar la carrera en Monterrey tuve la intención de comenzar a pintar pero no fue hasta que me mudé a Mérida que realmente me dio el tiempo de cumplir ese sueño.

 

D: ¿En tu familia hay arquitectos o artistas?

V: En la familia de mi mamá siempre ha habido mucha afinidad hacia la música, diseño y arte. Mi abuelo sin ser arquitecto, de manera empírica, diseñó y construyó la casa donde vivió con mi abuelita. Él también tocaba el acordeón, de hecho, tocaban varios instrumentos entre los hermanos, una vez escuché algunas grabaciones y fue una sensación de mucha admiración. “Me relacionaba más con la parte artística de la familia de mi mamá, me encantaba bailar y dibujar y siempre pensé que el arte iba a ser gran parte de mi vida”.

D: ¿Cómo fue emprender y trabajar con tu esposo en González Amaro Arquitectos?

V: Fue un gran aprendizaje. Después de trabajar en varios despachos de arquitectura en Monterrey, conformar nuestra propia firma nos aportó una enorme experiencia como profesionistas y emprendedores que me enseñó a enfrentar los retos del día a día en un ámbito profesional de modo independiente.

 

D: ¿Cómo fue ese momento de tu vida al tomar la decisión en dedicarte a pintar?

V: Todo empezó como una válvula de escape o terapia personal hasta que poco a poco me fui sintiendo más y más conectada con lo que estaba expresando al verlo plasmado de forma física y fue entonces que me di cuenta que era mi mejor forma de expresión. En esa época me embaracé de Olivia, sentía mucho amor en mí, estaba muy zen, alucinada, feliz, todo era muy bonito. Me enfoqué mucho en mi meditación, en la metafísica y en mis clases de pintura.

 

D: En 2014 comenzaste tus primeros cuadros y pintabas flores, nubes, más enfocada a la naturaleza. En 2015 ya hacías figuras más geométricas, líneas, formas, triángulos. ¿Cómo evolucionaste hasta llegar a tu estilo actual?

V: Así como todo en la vida lleva un proceso, conformado por diferentes etapas, mi proceso personal en la pintura fue evolucionando desde las expresiones mas básicas hasta llegar a un punto de quiebre en donde se vio reflejada la influencia de la arquitectura en todo aquello que percibía y quería plasmar. Siempre he tenido una fascinación hacia las formas geométricas y creo que es un legado innegable de mi profesión como arquitecta.

 

D: ¿Por qué líneas y figuras geométricas?

V : Considero que la geometría es la forma mas pura e intrínseca de las cosas al extraer y abstraer todo aquello que percibimos. Al igual que la arquitectura, al usar formas geométricas generamos un lenguaje de interacción con todo aquello que nos rodea.

 

D: ¿Quién fue tu primer cliente?

V: Mi cuñada. Como te decía, todo comenzó como un ejercicio personal sin alguna aspiración profesional. Mis primeras obras fueron un regalo para mi esposo pero mi cuñada al verlas me insistió en que realizara algo para ella. Así fue como de persona en persona comenzaron a pedirme más y más cuadros.

 

D: ¿Hay alguna obra que marque un antes y un después en tu vida?

V: Yo creo que mas que una obra, hay un antes y después del momento en que pude lograr conectar con el uso de geometrías que plasmaban mis ideas de forma contundente a través de una expresión gráfica propia.

 

D: ¿Cuánto tiempo te lleva hacer un cuadro?

V: Es muy variable, depende mucho de mi momento personal. Un boceto puede tomar hasta un mes. Si la ejecución de la obra fluye, suelo disfrutarlo tranquilamente y tomarlo como terapia, esto puede llevarme hasta un mes más.

D: Platícame de tus exposiciones.

V: Al día de hoy han sido tres galerías distintas en las que he expuesto. La primera, aquí en Mérida, sucedió en un momento complicado ya que tenía un recién nacido. Sin embargo fue un sueño para mí el que me lo hubieran ofrecido. Desde tiempo atrás había decretado que algún día tendría la oportunidad en exponer en esta misma galería: LA GALÁ. Parte de mi inspiración para esta exposición fue mi maternidad y lo plasmé en una serie llamada MUJER que expresaba las diferentes emociones por las que transité en esta etapa como madre. Algunos meses después, de visita en Brownsville casualmente me topé con un amigo quien ya conocía algo de mi obra y me ofreció exponer en su galería, por lo cual preparé una nueva serie para presentar en mi tierra natal.

Casi al mismo tiempo, a través de redes sociales me contactaron desde Milán para invitarme a exponer una de mis obras en una galería de esta ciudad Italiana. En realidad fue un momento de mucha satisfacción personal que lo disfruté enormemente.

 

D: ¿Qué le dirías a las personas que estén interesadas en el mundo de la pintura?

V: Que lo experimenten y que exploten su parte creativa. La vida está llena de momentos que nos inspiran y nos alientan a exaltar nuestra parte creativa. No hay nada más humano que conectar con nuestros sentimientos y emociones a través de la expresión del arte.